Reflexiones.
25/03/2020
Ha comenzado un período extraño para el que esencialmente no estamos preparados en ningún nivel. Hay ahora una dimensión adicional de sufrimiento en el mundo. Eso es seguro. Y no es sólo el virus sino todo lo que viene con esta situación; la ansiedad y el miedo que está causando, tanto por la enfermedad como por nuestro medio de vida. En este respeto, como de costumbre, aquell@s que ya están luchando serán l@s más afectad@s.
Como todos los demás, no tengo ni idea de a dónde conducirá todo. Pero estoy convencido de que este no es un fenómeno que pronto olvidaremos, como los desastres naturales que hemos visto, o los colapsos económicos en los últimos años. Esto es algo completamente distinto y más grande y marca un cambio en nuestro mundo en muchos niveles. Junto con el sufrimiento, esto también es una llamada de atención-un despertador- y una oportunidad para un cambio real en la forma en que vivimos en el planeta.
Pase lo que pase aquí en España con el estado de alarma, ahora nos ha proporcionado Tiempo y el desafío es saber utilizarlo con habilidad. Por eso decidí iniciar una práctica colectiva cada tarde a las 17.0 que consiste en 20 minutos de silencio, 10 minutos de práctica de compasión y después una sesión de Chi Kung. La respuesta a la invitación para participar ha sido alucinante. Ahora hay gente en 9 países compartiendo. Me escriben los que están en confinamiento sol@s y otr@s en cuarentena diciendo que sienten conectados y apoyados. Tengo la impresión de que estas prácticas colectivas es una manera de limpiar el suelo y plantar semillas que florecerán un día. Mientras tanto sigo preocupado por los profesionales que están al límite de sus fuerzas. Algunos me han mandado mensajes diciendo que las prácticas que han hecho estos últimos años de formación les están ayudando.