Hoy parece como si el mundo estuviera reclamando nuestra presencia despierta. Como si de algún modo nos quisiera decir: parad. Parad y contemplad. Despertad.
La palabra “crisis” en chino está formada por dos caracteres: uno significa peligro, amenaza, y el otro, oportunidad. Reflejándonos que los momentos de crisis pueden conllevar también una oportunidad. Y es que muchas veces, después de un período de crisis, sufrimiento o dolor, hay un poder transformador interior que nos permite resurgir de las tinieblas, como el ave Fénix.
Una oportunidad para mirar hacia el interior de cada uno de nosotros, para hacer resurgir nuestro verdadero ser, adentrándonos en nuestra verdadera esencia. Una oportunidad para generar sentimientos de bondad amorosa y compasión altruista.
Hoy parece como si el mundo nos invitara a un despertar de consciencia. Un despertar de la ilusión del ser individual para poder sentir la verdadera interconexión que nos une a todos. Este virus nos recuerda que nuestros actos tienen consecuencias, no solo en nosotros sino también a nuestro alrededor. Nos recuerda el poder hacer cada acto con deliberación, con conciencia plena, con delicadeza. Nos permite volver la atención al presente.
El foco de mira depende de cada uno. La crisis, como todo, terminará. La oportunidad puede perdurar. Puede estar en cada siguiente paso. Se nos pide una nueva versión de nosotros mismos. Aunque todo pase, podemos aprender a utilizar esta situación como un recordatorio de la impermanencia de la vida misma. Un recordatorio de la incertidumbre y la fragilidad humana que todos compartimos. Una oportunidad que nos llama a un despertar humano, un despertar de consciencia y hacia un reconocimiento de la vulnerabilidad de nuestra sociedad. Las crisis, nos permiten crecer a través de ellas. Nos permiten darnos cuenta de que podemos sostenernos sin necesidad de tener un suelo firme bajo los pies.
Sí, las crisis pueden ser vistas como oportunidades. Como la oportunidad de un resurgimiento espiritual para abrirnos el camino hacia una nueva perspectiva de vida, hacia una revaloración de nuestros valores. Una mirada revalorada hacia uno mismo, hacia los otros, y hacia lo que nos trasciende.