Es común desde nuestra más tierna infancia, cuando aprendemos a hablar y a comunicarnos con el otro, hacernos preguntas del tipo: ¿Qué quiero estudiar?, ¿A que me quiero dedicar profesionalmente?, ¿Qué actividades me gustan más y cuáles menos? Por otro lado, es poco común hacernos preguntas existenciales del tipo ¿quien soy yo?, generalmente asumimos una identidad que realmente desconocemos, una idea del yo forjada y condicionada de forma recurrente a lo largo de nuestra vida, primero por nuestros padres, después por nuestros grupos de iguales ya sea en el colegio, en el equipo deportivo al que pertenezcamos, al incorporarnos al mercado laboral en una empresa concreta etc.
Las características que van formando esta idea del yo sufren algunas modificaciones a lo largo de nuestra vida, todo ello en virtud de atribuciones externas, y además de nuestras preferencias y expectativas de vida. En definitiva, vamos formando esta idea del yo escogiendo las características que más nos convienen y así nos presentamos ante los otros.
Si algunos de ustedes, queridos lectores, se hace la pregunta ¿Quién soy yo?, las respuestas que primero vienen a la mente serán un nombre, una retahíla de títulos o diplomas, otros se definirán en términos de trabajos que han desarrollado, otros hablarán de sus antepasados o del estatus familiar, otros optarán por definirse en términos de aptitudes físicas, algunos elegirán actitudes psicológicas.
¿Pero realmente yo soy un nombre, un empleo, la suma de diplomas o títulos universitarios o un conjunto de habilidades físicas o psicológicas?
Realmente, si nos hacemos la pregunta ¿Quién soy yo? de forma frecuente durante un tiempo prolongado, nos iremos dando cuenta de que la idea que tenemos de un yo es efímera, cambiante y poco solida, es decir, el yo es solo un concepto que ha sido reforzado a lo largo del tiempo y hemos asumido como real.
Este procedimiento se conoce como la autoindagación del yo, es una herramienta utilizada por la doctrina Advaita Vedanta (no dualidad) del hinduismo, tal vez valga la pena dedicar algo de tiempo a este proceso de auto indagación para ir extirpando las capas de conceptos que hemos ido acumulando a lo largo de los años formando esta falsa idea del yo. Quizá nos sorprendamos al experimentar que somos algo más que ese sumatorio de atributos a los que hemos hecho referencia.
Ahora bien, querido lector, la pelota está en tu tejado, ¿te atreves a practicar la auto indagación del yo?
“LA AUTOINDAGACIÓN ES LA ÚNICA MANERA INFALIBLE Y DIRECTA
DE REALIZAR EL SER ABSOLUTO QUE EN VERDAD ERES”
Ramana Maharshi
José Iglesias Gil