Por unos momentos, cuando estamos ante esta sensación desagradable comenzamos una especie de camino de lucha y como enemigo número uno, elegimos todo aquello que nos produce dolor e incesantemente intentamos una y otra vez hacer que eso termine.
¿Es que no nos damos cuenta de que lo que estamos intentando hacer no es posible?
Es muy HUMANO… pero NO ES POSIBLE.
No es posible no sentir dolor cuando perdemos a alguien al que queremos mucho.
No es posible no sentir dolor cuando una pareja en la que habíamos depositado ilusión, deseos, sueños se trunca y nos tenemos que separar.
No es posible no sentir un dolor muy hondo cuando de repente perdemos aquello que queríamos tanto.
No es posible no sentir dolor si alguna vez en la vida te diagnostican alguna enfermedad.
No es posible no sentir dolor, tristeza o pena en este tipo de situaciones y en otras tantas parecidas.
Si esta vía no es la que nos acerca al bienestar y sí posterga la sanación emocional, entonces, ¿cuál es el camino que hemos de seguir para sanar?
Entender que validar las emociones que sentimos, en primer lugar, identificándolas y en segundo expresándolas hace que nuestro bienestar tanto físico como emocional aumenten. Y para que eso ocurra, quizás debamos de probar no querer huir de lo que está delante de nosotros y con nosotros, por lo tanto, ¿y si probamos a empezar a darle su lugar? Abramos nuestro ser a eso que en este momento sentimos, que en esta situación acontece en nuestro fuero interno. Adoptar una actitud de apertura compasiva y sin juicio sobre lo que sentimos en determinadas situaciones de nuestra vida hará que las transitemos sin la resistencia extenuante de la lucha.
Sí es cierto, nadie ha dicho nunca que sentir dolor sea fácil y rápido, de hecho, no lo es, que va, pero al querer huir de él, el proceso de sanación emocional se ralentiza, o lo que es peor, se bloquea si nos oponemos A LO QUE ES, lo que es; es la sensación de dolor, el sentimiento de tristeza y desolación al sentir que perdemos a alguien o algo que sentimos que es nuestro.
Vamos a darle su espacio al dolor, sabiendo que dándole el espacio y no evitándolo nos acercamos antes a eso que anhelamos que es la paz interna, la quietud mental y la tranquilidad del alma.
Si dejamos de luchar, si dejamos de huir notaremos que la energía que invertíamos ahora está a nuestro favor y nos nutre para alcanzar ese estado de paz interna.
Si solos sentimos que no podemos con esa sensación de dolor y desolación siempre hay alternativas y una es buscar apoyos profesionales que nos pueden acompañar en estos momentos puntuales de nuestras vidas.
Te animo a quitarte la venda de tu ceguera emocional para comenzar a conectarte de manera auténtica y amorosa contigo mism@
Emilia Iborra
Psicóloga