Sé que hoy te marchas
me lo han dicho tus ojos entreabiertos.
Yo estoy aquí, a tú lado permanezco.
Si quieres te doy la mano para subir a la barca
y si lo necesitas te acompaño en el trayecto.
No temas a sus vaivenes, ni a sus bruscos movimientos,
son suaves olas que de la otra orilla van viniendo.
Estoy aquí y si quieres lanzaré tus suspiros hacia el viento,
si lloras recogeré tus lágrimas para pagar al barquero.
No temas, no vas solo, llevas buen acompañamiento.
Al otro lado no sé lo que hay, pero parece ser bello,
lo han dicho otros que partieron primero.
Yo sigo estando aquí, a tú lado me quedo.
Si tienes un ¡hay! lo recojo y lo libero,
si una pena a los cielos la elevo.
No lleves carga, ve ligero! y no estés triste, eres eterno;
nunca se apagan la luces que brillan en el cielo
como nunca deja de alumbrar la llama que amó lo bello y sereno.
En el finito caminar de la mano te sostengo,
el tiempo sin tiempo que haga falta me quedo.